Siempre que debemos o queremos hacer un regalo, a quién quiera que sea, esposa, marido, novia, novio, padres, hijos, amigos, clientes, familiares, etc. se nos presenta un problema. Ante la gran cantidad de oferta y posibilidades de regalos nos enfrentamos a una disyuntiva difícil de resolver.
Resulta imposible establecer normas o reglas básicas que nos aseguren el acierto total en cada decisión pues siempre se trata de algo subjetivo. Sin embargo, hay algunas guías que nos pueden servir de orientación.
Un regalo no es algo sólo material. Nadie valora un regalo únicamente por su valor material, sino por su acción. La mayoría de las personas valora la muestra de afecto que representa, la comunicación que establece, el mensaje que transmite.
Debemos ser capaces de descubrir los gustos y usos de las personas. No podemos regalar corbatas a quién nunca las ha usado o licor a alguien que está en tratamiento por alcoholismo. Este conocimiento nos permitirá ser más asertivos en nuestra elección.
También debemos pensar en no incomodar al receptor del regalo para no herir su sensibilidad. Un regalo muy costoso que la otra persona no podrá corresponder o en la que estemos demostrando una superioridad material inadecuada.
El regalar requiere de tres cualidades: sentido común, sensibilidad y generosidad.